A inicios 90, Nintendo seguía al frente de la carrera de las consolas,
seguida bastante detrás por SEGA. En las maquinitas locales todavía se
encontraban muchos titulos de la clásica NES y yo me encerraba a jugar The
Goonies, Contra o cualquier título que me pusieran.
En el 92 ya se había estrenado la Super Nintendo, pero nosotros seguíamos explotando la todavía vigente biblioteca de la NES, con la flamante Family, de la que era copropietario junto con el carnal Julio. Un día el Julio me presentó la revista Club Nintendo, que desde entonces comencé a devorar cada mes.
Como muchas otras revistas que ya conocía como la Hobby Consolas o la OK Consolas, Club Nitendo era la forma en que nos enterábamos de los juegos del momento,
El ranking de los mejor del momento durante el reino del NES. |
los lanzamientos en puerta,
Una ojeada a lo que deparaba el futuro. |
los códigos secretos que no éramos capaces de hallar por nuestra cuenta,
No podía faltar el código KONAMI. |
y las estrategias más sesudas para dominar los juegos más canijos.
Para dejar de romper de coraje esos controles. |
Además de la particularidad de centrarse únicamente en las consolas de
Nintendo (obviamente), Club Nintendo tenía el acierto de parlar 'chavo', o sea
que aunque tuvieras diez años no te aburrías al leer la información que te
presentaban.
A cargo de este asunto, tengo entendido, estuvo el desaparecido
Gus Rodríguez, que era un milusos de los medios y se encargaba de imprimirle
un lenguaje juvenil al contenido de la revista.
En los 90, antes de la devaluación, abrir una revista Club Nintendo era
como abrir un catálogo de juguetes, y aunque sabías que iba a ser imposible
echarle el guante a la inmensa mayoría de esos juegos, soñar sólo costaba el
precio pacto de 6,000 pesotes.
Todo iba muy bien, hasta que las consolas Virtual Boy y Nintendo 64
comenzaron a poblar las páginas de la revista y a llenarlas de polígonos sin
personalidad y tonos de colores deprimentes.
A la naciente quinta generación de
consolas tardé en acostumbrarme pero en el inter, quizá allá por el 97, dejé
de seguir está revista que fue mi favorita durante varios años.