sábado, 8 de diciembre de 2018

1991: Kid Dracula

Para 1991 no había pasado mucho tiempo desde que había iniciado mi contacto con las video consolas: una flamante Family, la cual era de las primeras versiones pirata del Nintendo japonés, o sea la Family Computer o Famicom.

No era la consola más chula, pero sí era muy pirateable.
Cada martes el carnal Julio y yo nos lanzábamos al tianguis con nuestros proveedores oficiales por el juego pirata más reciente, y en una de esas, que me presentan al Kid Dracula, una joya más de la extinta Konami (quiero decir, la Konami chida). 


Por lo menos los cartuchos eran menos monótonos que sus contrapartes NES.

Akumajō Special: Boku Dracula-ku, mejor conocido como Kid Dracula, era el nombre de este juego, que no tuvo lanzamiento en el mercado occidental, de tal manera que se tenía que jugar en el idioma original.


 Kid Dracula es un juego de plataformas, o sea, mi género predilecto, en donde controlas a un vampiro niño de pelo blanco, (Alucard, ¿eres tú?). Al principio no lo sabía, pero este juego es una especie de parodia de los exitosos juegos de la saga de Castlevania para NES. Y se nota en el diseño de los escenarios y los personajes, sobre todo al principio.

¿Es o no un Castlevania?

¡Que sí, que sí!
Recuerdo que este juego me encantó particularmente, pues era un juego con gráficos muy buenos, bastante grandes para su momento. Otro elemento destacable era la posibilidad de utilizar poderes especiales, cosa que para entonces, sólo recuerdo de otro gigante de la época: Megaman.


Recuerdo haber leído por ahí que gran parte de las razones para no lanzar este juego en este continente se debió a la censura. Tal vez haya sido algunos enemigos del KKK del primer escenario, o quizá las bailarinas de Can-Can en las escenas de bonus.

Para poder acabar este juego, que no es precisamente fácil, dependíamos de un sistema de password de cuatro caracteres en alguno de los alfabetos japoneses, lo cual no nos iba a detener y lo resolvimos dibujando los caracteres en un papel.


Akumajō Special: Boku Dracula-ku es un juego con un tono muy chusco, como se ve en las onomatopeyas de cada chanclazo. 

Pero quizá lo que más me atrajo entonces, fue el diseño del personaje principal.
 

 
Tiempo después, a través de revistas de videojuegos, me encontré con que había una versión que sí llegó por acá, pero para el Game Boy, una de las consolas que nunca tuve en mis manos.

Además, el personaje salió constantemente en la serie Parodius, como piloto seleccionable.
 
 

 

 

Como soy muy obsesivo, y cuando el dolar estaba abajo de 15 pesos, por ahí me conseguí un cartucho usado de Akumajō Special: Boku Dracula-kun, para jugarlo en Nintendo con un  adaptador. Como no me funcionó el adaptador, me lancé a una tienda de autoservició a comprar una de esas consolas de 20,000 juegos, que no son más que la evolución número 500 de esa Family pirata con que me inicié en esto, pero qué se le hace; todo sea por el vicio.

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