Una contribución de Seika.
Allá en la friolera de los años
1993-1996, el anime Saint
Seiya
(1986-1989),
que aquí se llamó Caballeros
del Zodiaco,
fue una serie que tuvo un impacto muy profundo en mi adolescencia.
Cuando
tenía entre 15 y 18 años (no hace mucho, ni hagan cuentas), la serie se
convirtió en mi principal fuente de entretenimiento, pero también era como una
novela, con tantas muertes y escenas tristes, pero al mismo tiempo era una
historia diferente, épica, y el doblaje en español mexicano le daba mucha
vitalidad a los personajes.
Si recuerdan al gran Jesús Barrero, quien daba la
voz a Seiya,
sabrán que hablo del doblaje más épico de la historia del anime.
Creo que fue
la primera vez que lloré con una serie animada. Los personajes eran fuertes,
con habilidades sobrehumanas, pero al mismo tiempo eran personas normales, con
conflictos humanos, con emociones, y creo que por eso muchos fans nos hemos
sentido identificados con ellos. Además, las referencias a la mitología griega,
al menos para mí, siempre fueron muy interesantes y me motivaron a leer sobre
el tema.
No anunciaba Pantene porque el Gran Maestro lo traía cortito. |
Personalmente yo era fan de Shiryu,
el Dragón, entre otras cosas, por la cabellera que se cargaba el
cuate.
En aquella época, no teníamos el acceso a las plataformas de streaming, así que veía la serie en el rupestre medio de la televisión. Sin embargo, no estábamos tan atrasados en cuanto a aparatos, y teníamos una videocasetera de VHS. Junté unos centavos y pude comprar varias cintas vírgenes, donde pasé horas grabando los episodios de Saint Seiya, brincándome los comerciales (los de la generación Z no saben lo que es estar pausando a cada rato un programa para que quedara sin anuncios… me cae que eso era tener paciencia), para que pasaran a la posteridad. Sí, no tenía idea de lo que el futuro traería a la televisión (sí, me refiero a Netflix, pues).
En aquella época, no teníamos el acceso a las plataformas de streaming, así que veía la serie en el rupestre medio de la televisión. Sin embargo, no estábamos tan atrasados en cuanto a aparatos, y teníamos una videocasetera de VHS. Junté unos centavos y pude comprar varias cintas vírgenes, donde pasé horas grabando los episodios de Saint Seiya, brincándome los comerciales (los de la generación Z no saben lo que es estar pausando a cada rato un programa para que quedara sin anuncios… me cae que eso era tener paciencia), para que pasaran a la posteridad. Sí, no tenía idea de lo que el futuro traería a la televisión (sí, me refiero a Netflix, pues).
¡El ritual de los 90! |
Momentos tristes estilo Dragón. |
A pesar de que era una friega de tiempo y dinero tratar de grabar los
episodios, me divertía mucho, pues pude escuchar una y otra vez los diálogos
que me emocionaban, me conmovían, me animaban, me metían en la textura de la
trama, y también la música, que es de las más hermosas que he escuchado en una
serie.
La música de Seint Seiya
es distintiva, es mucho más que una música de fondo, pues acompaña de manera
sublime lo que está pasando en la animación. No por nada se formó una orquesta
solamente para crear y ejecutar la música de la serie (quiobo).
El compositor Seiji Yokoyama
fue el creador de esa música, y millones de fans le agradecemos su
contribución, que sigue sonando actualmente con tributos y con repeticiones de
la serie en internet. Para que se den un quemón, les dejo un video de 2018, y
los reto a que no lloren al escucharlo.
Obviamente,
la mercancía de Saint Seiya que pudiera encontrar pasaba a mi
colección: tazos,
tarjetas, pósters, ¡los discos de la música de fondo!, etc., cosas que
actualmente se pueden conseguir con relativa facilidad.
En aquellos años de
preparatoria, me regalaron algunos dibujos muy hermosos de los personajes, que
todavía conservo. Y ya cuando estaba en mis veintes, tuve la oportunidad de ir
a Japón, donde me regalaron una figura de Shiryu
y compré unas tarjetas de Saint Seiya en Akihabara.
Qué tiempos aquellos, de verdad. Además, en los últimos años, mi gemelo malvado
me ha regalado dos libros sobre Saint Seiya,
todos publicados después del año 2009, lo que demuestra que la popularidad de
la serie no ha disminuido.
Saint Seiya: Un universo por descubrir |
Algo que hoy mismo desempolvé (literalmente) fue mi “transcripción” de la
serie. Resulta que mi mejor amigo de la preparatoria también era fan de la
serie, pero su mamá no lo dejaba verla (le parecía demasiado violenta), y como
una servilleta había aprendido a mecanografiar desde los 12 años, pues me
aventé a escribir un resumen de cada capítulo para que mi cuate pudiera al
menos leer el resumen de lo que pasaba …. Y terminé con un tabique enorme que
describía desde el Torneo Galáctico hasta la saga de Poseidón. Por alguna razón
me quedé con esas hojas, supongo que mi amigo no hubiera querido que su mamá
las encontrara. Aquí incluyo foto de la “portada” y se puede ver el grosor de
mi opus magnum.
Por otro lado, cuando era estudiante de
licenciatura, se me ocurrió usar la música de Saint Seiya
para un proyecto: Mi idea era comparar la música de esa serie con la de Ranma
Nibunnoichi
(otro anime que me gustaba mucho, pero no me causaba la fascinación de Saint Seiya)
para identificar cuál evocaba más emociones. El resultado, obviamente, fue que
Saint Seiya
podía asociar con mayor profundidad sentimientos y evocaciones de situaciones
conmovedoras, pero también transmitía emoción, o era fácil imaginar una escena
de pelea, o una triste, o una situación donde los involucrados sentían miedo,
etc., al escuchar la música. Con decirles que a mi padre, que en aquella época
ya tenía casi 80 años, le gustaba la música de Saint Seiya.
Es decir, esas tonadas hasta trascendían generaciones.
Hace
unos días comencé a ver la serie de nuevo. Ha pasado mucho tiempo, pero al
menos la música y algunos capítulos en particular me hacen recordar una época
en la que estaba con los nervios de saber qué iba a pasar en el siguiente
episodio, y aunque es una emoción que ya ha desaparecido, el disfrute al ver la
serie sigue siendo el mismo.
Y como nota final: La serie original de Saint Seiya es la neta del planeta. No recomiendo mucho la versión nueva que está en Netflix. La animación está muy padre, sí… pero sólo eso. Igual y se dieron cuenta de algo, porque después reestrenaron la serie original. Esa sí la recomiendo ampliamente.
Y como nota final: La serie original de Saint Seiya es la neta del planeta. No recomiendo mucho la versión nueva que está en Netflix. La animación está muy padre, sí… pero sólo eso. Igual y se dieron cuenta de algo, porque después reestrenaron la serie original. Esa sí la recomiendo ampliamente.
Para cerrar, les comparto una lista de la memorabilia que
reuní en los años 90.
Las tarjetas Pákatelas
Además de la merchandise que mencioné, las galletas Gamesa sacaron, creo que por
ahí de 1994, una colección de tarjetitas llamadas Pákatelas.
Eran más pequeñas que las tarjetas normales, pero estaban muy bien hechas.
Algunas tenían acabados lenticulares, otras eran "PakatePops", es decir,
tenían recortado el contorno para que resaltaran de la tarjetita, y todas
tenían una imagen de algún personaje o alguna escena de la serie. Resulta que
acabo de encontrar un montoncito de esas tarjetitas en una carpeta olvidada
casi 30 años.
Tarjetas coleccionables
Recuerdo que cuando estaba en la
preparatoria iba a la Ciudadela a comprar cosas de Saint Seiya, y también de
Ranma, y conseguí bastantes. Hay algunas que creo que son españolas, por lo que
recuerdo, y otras que vendían en sobrecitos de cinco piezas.
Discos (piratas) de la música de la
serie
También en la Ciudadela, en varias de
mis vueltas, compré prácticamente todos los discos con la música de la serie.
Tazos
Allá por 1993-1995, Sabritas lanzó una
colección de tazos. Algunos tenían un chipotito en medio que a veces arruinaba
un poco la imagen, pero estaban muy bien hechos.
Recortes de periódico
Pues resulta que en 1995 se estrenó la
tercera película de Saint Seiya, por lo que supongo que en 1993 se estrenó la
primera. También están los recortes que saqué de cuando salían imágenes
alusivas a Saint Seiya en la programación de la televisión. Para la generación
Z, les cuento que antes la gente consultaba el periódico para ver los horarios
de los programas. Nada que ver con el streaming,
con el que ahora uno puede ver casi lo que quiera en el momento que quiera.
Stickers (chafitas)
En mi último año de secundaria, en 1993, al salir
de la escuela compraba algunas estampitas de la serie, con colores y diseños
que nomás asemejaban a la obra original (¿Ven la que dice “Piscis”? O sea, nada
que ver), pero se veían bonitas en los cuadernos.
Tarjetas de juego de mesa
Como mencioné, son las que compré en
Akihabara. Ahora sí que Yu-Gi-Oh puede
hacerse tantito a un lado, porque Saint Seiya es la neta. No lo digo yo, lo
dice la ciencia.
Los dibujos
Como pueden ver, la persona que me los regaló tiene
harto talento. Son muy coloridos, y bastante fieles al original. Si la estimada amiga que me los dio ve
esto, comprobará que ya han pasado casi 30 años y todavía los conservo.