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sábado, 23 de agosto de 2025

1980s-2000s: Los Cuatro Fantásticos: del comic al cine

Con el estreno de una nueva versión de Los Cuatro Fantásticos y con mi insatisfacción con la misma por cuestiones que atañen a este blog, hoy toca hablar de estos personajes. ¡Aguas, que viene una entrada larga!

Seguramente para todos los colegas de los 80 nuestro primer contacto, al menos en el DF (hay que ambientar todo) y Edomex, fue con las transmisiones mañaneras de la caricatura de 1967 The Fantastic Four.

 

Sería a eso de las 8 o 9 de la mañana de los sábados (y quizá durante las vacaciones), por Canal 5. Si bien poco recuerdo de las historias, nada me quedó más grabado de esa serie que las voces, en especial con los monólogos del “guapo” Ben. La voz de la Mole era la del viejo conocido Demóstenes, doblado por Armando Gutiérrez. Uno esperaría de pronto oírlo decir "Soy un ma-ma-aní".

 

Y hasta mucho después caí en la cuenta que la voz de Sue Richards, la Mujer Invisible, era no otra que María Antonieta de las Nieves “Chilindrina”.

 

Las voces de Reed Richards (Juan José Hurtado) y de Johnny Storm (Roberto Cardín) son una parte de nuestra infancia con otros proyectos de Hanna-Barbera.

Juan José Hurtado y Roberto Cardín

Recuerdo una segunda serie animada, Las Nuevas Aventuras de los Cuatro Fantásticos (1978), también transmitida en nuestros ochenta en donde la animación era menos chistosa, además de que se reemplazaba a la Antorcha Humana por el robot H.E.R.B.I.E. Sin embargo, además de esos detalles, no preservo ningún otro momento de dicha versión.

Cuando descansaron a la Antorcha Humana.

- Adendum -

¡Ya! Después de buscar algún video de esta versión recordé que me gustaba la canción de entrada (¿o de salida?) que cantaba Capitán Memo, un colega que necesita su propia entrada.

 

No menciono la versión noventera de esto cuates porque de plano no la vi,

 

pero en cuanto a las series televisadas, es justo recordar otra con la que Hanna-Barbera explotó a uno de los personajes porque sí. La Mole (1978) trataba sobre un clon de Shaggy que se transformaba en la Mole al unir unos anillos. 

¡Clavadito a Shaggy, de Scooby-Doo!

Este fue sólo un error en la Matrix para la barra dominguera de caricaturas en Gringolandia que aquí no dejó más que la frasecita: ¡Anillos, de roca la Mole quiero ser!

 

La mejor relación que tuve con estos personajes fue durante los años de Novedades Editores y su El Hombre-Araña Presenta, del que ya hablé. El mérito le corresponde a la calidad de las historias y trazos de un solo artista: John Byrne. Puedo mencionar una gran cantidad de historias que disfruté y que mis hermanos mayores también leían con interés:

La historia con el suegro de Ben Grimm...

La llegada de Terrax como heraldo de Galactus...

 

Las confrontaciones con Doctor Destino...

Ese capítulo especial que narra cómo un niño se prende fuego por querer ser como la Antorcha Humana...

La confrontación con Malicia...

 

O la confrontación del Franklin Richards con Mefisto...

 

Durante algún tiempo, Marvel mezclaba personajes en distintos equipos, y a los Cuatro Fantásticos se unió alguna vez She-Hulk remplazando a la Mole...

Como se trata de contextualizar, agregaré que los domingos me escapaba temprano del negocio familiar, me acercaba al puesto de revistas por el número más reciente, y al salir a eso de las dos de la tarde de la chamba, me regresaba por la casi nueva línea 9 del metro leyendo mis historietas. 

Casi a mediados de los 90, supongo que debido a la entrada en vigor del TLC, allá por el 94, y ya habiendo desaparecido Novedades, llegaban de pronto lotes de comics en inglés a precios muy bajos y así conseguí por ahí un número suelto de The Fantastic Four, ya con nuevos personajes aunque ya se notaba un poco de falta de creatividad, pues como se volvió tradición, de pronto aparecían los padres nunca mencionados de algunos superhéroes para justificar las nuevas sagas.

Cuando empezaron a hacer menos invisible a la Mujer Invisible.

Y como en la historia de los comics en México no está completa sin Editorial Vid, ya en mis últimos días de coleccionista, todavía adquirí Cuatro Fantásticos VS X-MEN. O ya le perdía el gusto a los comics o no era realmente una buena historia, porque sólo es a causa de las imágenes que encuentro al escribir esta entrada que recuerdo que existió.

Portada épica, historia mediocre.

Me saltaré las películas dosmileras de FOX que no hicieron honor a los personajes, para llegar a la más reciente: Fantastic Four: First Steps. Sere breve, el doblaje me arruinó la película. 

Ni la recuerdo.

 
Ni la vi.


Ni le puse atención.

Para quienes nos educamos en los 80s en asuntos de cine y TV, no nos resulta cansado leer subtítulos, pero a la industria moderna del cine parece representarles menos gasto o más audiencia que todas las películas modernas tengan un versión doblada. Y eso no sería problema si por lo menos hubiera la misma cantidad de versiones en su lengua original, pero no es el caso. 

De modo que, en la más reciente salida con los compas de la universidad, se decidió que, como no había horarios convenientes de la peli subtitulada, le daríamos una oportunidad a la versión en español.  Y bueno, si ya había escuchado cosas horrorosas en las versiones en español de los éxitos Marvel que de pronto sueltan en la televisión, ¿qué esperaba?

Lo primero es que las voces de la Mole y la Antorcha son muy parecidas entre sí, lo que me parece un error por parte de los directores de proyecto, porque no le dan personalidad propia a cada personaje y hacen confusas algunas escenas en donde hay mucho dialogo entre ellos. 

Otro horror importante es que los actores, por muy profesionales que sean, no doblan; posan, por decirlo así. Esto es concepto que me "inventé" y que notaba en las actuaciones cuando alguna vez hice subtitulaje de material audiovisual, en particular, con los materiales de producción nacional. Es el caso de William Levy en Cuidado con el Ángel, que cuando estaba triste, enojado, alegre o sorprendido, nunca cambiaba la expresión facial ni su lenguaje corporal como de comercial de Gillette. Percibo algo similar con el actor que da voz a Johnny Storm, Alejandro Orozco. La modulación de  su voz parece más de locutor de radio que de actor, pues parece más preocupado en no dejar de sonar varonil que en expresar la variedad de sentimientos en el rostro de Joseph Quinn

Pero quizá el crimen más grande es la mala traducción y adaptación que afecta todo el material. Abundan las traducciones literales, los calcos sintácticos y el uso innecesario de anglicismos. Y como creo que me estaré metiendo con el gusto de mucha gente, aquí le dejo. Aunque se impone una reflexión que quizá apele más a los compas de nuestra generación. 

Pareciera que la pérdida de calidad en el doblaje mexicano, que por muchos años fue referente, está pasando desapercibida. Culpa de eso puede ser la cantidad de materiales que llegan ahora de todo el mundo y la oferta de actores de doblaje improvisados, aunado a la política de desdén a la lectura de subtítulos cuyo gran aporte al entretenimiento es escuchar al actor original hacer bien su trabajo. 

También es cierto que el apreció que en México le tenemos a los grandes del gremio les ha hecho confiarse y descuidar sus proyectos de los cuales ahora ellos son directores. Por lo pronto, para probar que Retroman no se ha convertido en un viejito cascarrabias, recomiendo visitar de vez en cuando algunos materiales clásicos. Uno de lo que más me impresionan es Alf, en especial las voces de Willie (Pedro D’Aquillón) y de Kate (Andrea Coto).

Pero para regresar al tema Cuatro Fantásticos, propongo que, si queda por aquí algún lector asiduo que haya conocido las historias que publicaba Novedades y quiera revivirlas, me lo haga saber. Si la solicitud llega a 20 (¡lo cual sería un logro!), subiré las versiones en PDF de los comics que aún conservo (si es que nadie lo ha hecho todavía). ¿Alguien se anima? 

lunes, 21 de julio de 2025

1980s: La temática de la música en la radio - Parte 1

En la época de los programas para compartir archivos, recién entrando a los 2000s, me dispuse a buscar algunas tonadas que recordaba de mi infancia en la radio de los 80s. Una vez logrado el crimen con el Kazaa

Recuerdos de los 2000s.

lo correspondiente era escuchar una selección de temas en el Musicmatch 

El mejor de su época.

mientras emulaba algún juego de peleas en el NeoRageX

¡La triada perfecta!

Y jugando y jugando habré escuchado la canción La Amelia (1977), de Sergio y Estíbaliz con más detenimiento que como en aquellos días donde literalmente tenía la cabeza de chorlito. Ese momento en los inicios de los 2000s dio origen a esta entrada.

Porque, de vuelta a las décadas doradas, y persistiendo con el tema de la diversidad… musical que tanto se extraña el día de hoy en la radio, había una temática recurrente en el pop comercial de los 70s y 80s. La Amelia cuenta entre líneas cómo una madre soltera recurre a la prostitución para poder sostener a su hijo. 

Sube, que sube, baja que baja
Reza, que rezarás
Piensa la Amelia, dios me perdone
Todo por el chaval
Una copa de anís, para poder bregar
Vuelta a la calle, vuelta a la esquina
Vuelta a subir bajar
Amelia, amelia, amelia, amelia
 

La música es tan rítmica y la letra tan sutil que me tomó tiempo darme cuenta de la trama, pero una vez asimilada, me puse de inmediato a hurgar un poco más en esas otras clásicas canciones, hoy catalogadas como baladas románticas, que compartían esos asomos de crítica social.

Si bien, sobre el tema de La Amelia en particular no ubico más ejemplos que a Pajarillo (1977), de José María Napoléon, que tocaba de forma un poco más directa la tragedia.  

Maquillaje a granel usaba a diario
y vendía la piel a precio caro,
de las ocho a las diez en una esquina,
era joven y piel, era rosa y espina

Con el tiempo me pareció que Con Cinco Canas Más (1977), de Trigo Limpio también abordaba la cuestión. Y aunque es menos claro y más debatible, no deja de abordar un punto esencial de la situación de la mujer a lo largo de la historia, que es el control a través de la dependencia económica.

Él compró mi juventud
Y le costó muy caro pues
El precio de mi piel
No me hizo esclava 

Y en esa tesitura, los compositores, españoles en su mayoría, recurrieron a esos motivos basados en vivencias de las mujeres; motivos que hoy parecen desterrados de la música más no de la convivencia en pareja. Porque de las madres solteras de hoy ya se cantaba en Qué Alegre Va María, de Imelda Miller.

María, María
No comparte la espera
Cuenta sola los días
Nadie extraña a María

o en La Llamada (1975), también de Sergio y Estíbaliz

Óyeme, el niño ya nació, yo estoy bien
Lo malo ya pasó. Y no temas, ella
Nunca lo sabrá, disimula, no volveré a llamar.
No hubo amor, no sé como ocurrió,
Soledad, tristeza qué sé yo.
Sin embargo no me puedo despedir
Sin que sepas que se parece a ti

y aunque de canciones sobre infidelidades seguramente habrá hoy mucho que comentar, es desde qué perspectiva se toca el tema en donde seguramente los 70s y 80s saldrán más reivindicados, ya que no se hacían bolas y escribían para provocar empatía, como en Canción Para Una Esposa Triste, con Clemencia Torres (1975) (la versión que yo recuerdo)

Los niños ya se fueron a dormir quiero que hablemos
No trates de evitar la situación como otras veces
Si crees que no sé qué pasa en ti, no me conoces
Recuerda que una vez me amaste igual como hoy la amas

y a veces la empatía la provocaba la voz de la intérprete, porque quién no bancaría a Estíbaliz Uranga en todo lo que cantara, como en Tómame O Déjame (1974).

Tómame o déjame
Pero no me pidas que te crea más
Cuando llegas tarde a casa
No tienes porque inventar
Pues tu ropa huele a leña de otro hogar

Y por último, había perspectivas que hoy pondrían de pelos a más de un activista, como el masoquismo en Rómpeme, Mátame (1977), de Trigo Limpio.

Tus manos son dos cadenas, mi placer y mi agonía
con una me das cariño, con la otra me dominas
Prefiero sentir la espuela que me hincas cada día
a ser la flor que en un vaso olvidaste en una esquina
 

En este espectro de grises en la temática de la pareja, la música popular de los 70s que se coló a mis 80s solía destacar la desventaja de la esposa. Y aunque hoy la participación de la mujer en la vida profesional y económica es otra, dudo mucho que las dinámicas de pareja se hayan transformado para bien si nos atenemos a lo que la música popular nos cuenta hoy.

martes, 8 de julio de 2025

1980s-1990s: Música popular en los videojuegos

Y para probar que seguimos entre los vivos, aunque cada día se alejen más los maravillosos 80s y 90s, hoy desempolvo otro recuerdo de las canijas ‘maquinitas’. Y comienzo con aquellos días en que en el negocio familiar nos colocaron el plataformero Hardhead 2

Temu Marios Bros. ¿sí o no?

Aunque algunos lo consideran uno de tantos clones de Mario Bros, el primer Hardhead (1988) era entretenido, y dado que me tenía que recluir para no ser atrapado en mis vagancias de pinta, sí que lo conocí muy bien. 


El Hardhead 2 (1991), ya jugando yo con menos temor al coscorrón, se distanciaba todavía más de esa imagen y se acercaba más a plataformeros contemporáneos como Toki (1989).

 

Pero algo que ocupaba mi cabeza en aquellos años de infancia donde la mayor tragedia era hacer tarea, o peor… no hacerla, era la musiquita que acompañaba algunos niveles.

Yo decía que esa tonada me sonaba de aquel programa de Radio Felicidad que escuchaba mi madre a finales de los 80, creo yo que a eso de las cuatro de la tarde, y en particular de la canción Corazón Loco (1969), de César Costa

Pues eso, que es una versión maquinita que repite en bucle la intro de la canción Cuore Matto (1967), de Little Tony, y que era una de tantas que versionaron los cantantes mexicanos en lo que dieron por llamar la Era del Rock and Roll en México.

Y el chistecito, (confirmado por medio de inteligencia artificial) me dejó estrés postraumático, ya escuchaba violaciones de derechos de autor por otros lados, pero ¿no es cierto que esta tonada del Arkanoid: Doh It Again (1997) de la Super Nintendo...

 

suena muy parecida a este estribillo de Words (1982), de Missing Persons?

  
El caso es que esta sí es coincidencia, de acuerdo nuevamente a Skynet… digo, ChatGPT.


¿Pero a que ésta no es coincidencia?  

¿Aquí huele a cuatro ‘greñudos’ de Liverpool?
 

Este juego llamado Mikie (1984)  también lo recuerdo de mis escapadas mañaneras pero entonces no había reconocido esta versión de A Hard Day’s Night (1964), de The Beatles 

Un personaje muy gringo.
 

Y mire usted, la IA también se equivoca, pues según esto, otro de tema de The Beatles que no es de The Beatles aparece en otro nivel. 

Twist and Shout (1961) no es una canción original de The Beatles, aunque sí es una canción popular para la que sí obtuvieron licencia de uso en dicho juego. 

Pero el juego que más explota la incorporación de música popular, al menos que yo sepa, fue Parodius, o más bien la saga Parodius, ‘ya que le contiene’ mambo, rock y música clásica a lo largo de su coloridos escenarios. No es que lo jugara en su momento, pero para eso estaban los chismes de los grandiosos ejemplares de Club Nintendo, en su primera etapa.

  
A Parodius: Fantastic Journey (1994) para la SNES le metieron el Mambo Número 5 (1949)

Y una versión revolucionada de la Canción del Toreador, de la opera Carmen (????)


Y como estoy seguro que el público lector estará pensando lo mismo que yo, es obligado mencionar la versión NES de esta Canción del toreador (o un fragmento de ella) que daba entrada a Don Flamenco en Punch Out!! (1987).

Y para dejarlos respirar, cierro con esta joyita que me encantaba, tanto porque salía de premio si lograbas hacer ‘tetris’ en el juego (Tetris, 1989), como por el ballet en 8 bits tan bien logrado acompañado de una pieza musical que conocí en algún cassette de música instrumental con el nombre de Casatschock, pero que más bien corresponde a la canción rusa Katiusha.    


Seguramente habrá muchas otras piezas que rescatar, pero ya habrá tiempo para seguir con el tema. Mientras tanto, no deje de sintonizarnos la próxima… vez que haga un poco de tiempo para seguir invocando las décadas alegres.