En la época de los programas para compartir archivos, recién entrando a los 2000s, me dispuse a buscar algunas tonadas que recordaba de mi infancia en la radio de los 80s. Una vez logrado el crimen con el Kazaa,
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Recuerdos de los 2000s. |
lo correspondiente era escuchar una selección de temas en el Musicmatch
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El mejor de su época. |
mientras emulaba algún juego de peleas en el NeoRageX.
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¡La triada perfecta! |
Y jugando y jugando habré escuchado la canción La Amelia (1977), de Sergio y Estíbaliz con más detenimiento que como en aquellos días donde literalmente tenía la cabeza de chorlito. Ese momento en los inicios de los 2000s dio origen a esta entrada.
Porque, de vuelta a las décadas doradas, y persistiendo con el tema de la diversidad… musical que tanto se extraña el día de hoy en la radio, había una temática recurrente en el pop comercial de los 70s y 80s. La Amelia cuenta entre líneas cómo una madre soltera recurre a la prostitución para poder sostener a su hijo.
Sube, que sube, baja que baja
Reza, que rezarás
Piensa la Amelia, dios me perdone
Todo por el chaval
Una copa de anís, para poder bregar
Vuelta a la calle, vuelta a la esquina
Vuelta a subir bajar
Amelia, amelia, amelia, amelia
La música es
tan rítmica y la letra tan sutil que me tomó tiempo darme cuenta de la trama, pero
una vez asimilada, me puse de inmediato a hurgar un poco más en esas otras clásicas
canciones, hoy catalogadas como baladas románticas, que compartían esos asomos
de crítica social.
Si bien, sobre el tema de La Amelia en particular no ubico más ejemplos que a Pajarillo (1977), de José María Napoléon, que tocaba de forma un poco más directa la tragedia.
Maquillaje a granel usaba a diario
y vendía la piel a precio caro,
de las ocho a las diez en una esquina,
era joven y piel, era rosa y espina
Con el tiempo me pareció que Con Cinco Canas Más (1977), de Trigo Limpio también abordaba la cuestión. Y aunque es menos claro y más debatible, no deja de abordar un punto esencial de la situación de la mujer a lo largo de la historia, que es el control a través de la dependencia económica.
Él compró mi juventud
Y le costó muy caro pues
El precio de mi piel
No me hizo esclava
María, María
No comparte la espera
Cuenta sola los días
Nadie extraña a María
o en La Llamada (1975), también de Sergio y Estíbaliz
Óyeme, el niño ya nació, yo estoy bien
Lo malo ya pasó. Y no temas, ella
Nunca lo sabrá, disimula, no volveré a llamar.
No hubo amor, no sé como ocurrió,
Soledad, tristeza qué sé yo.
Sin embargo no me puedo despedir
Sin que sepas que se parece a ti
Los niños ya se fueron a dormir quiero que hablemos
No trates de evitar la situación como otras veces
Si crees que no sé qué pasa en ti, no me conoces
Recuerda que una vez me amaste igual como hoy la amas
y a veces la empatía la provocaba la voz de la intérprete, porque quién no bancaría a Estíbaliz Uranga en todo lo que cantara, como en Tómame O Déjame (1974).
Tómame o déjame
Pero no me pidas que te crea más
Cuando llegas tarde a casa
No tienes porque inventar
Pues tu ropa huele a leña de otro hogar
Y por último, había perspectivas que hoy pondrían de pelos a más de un activista, como el masoquismo en Rómpeme, Mátame (1977), de Trigo Limpio.
Tus manos son dos cadenas, mi placer y mi agonía
con una me das cariño, con la otra me dominas
Prefiero sentir la espuela que me hincas cada día
a ser la flor que en un vaso olvidaste en una esquina
En este espectro de grises en la temática de la pareja, la música popular de los 70s que se coló a mis 80s solía destacar la desventaja de la esposa. Y aunque hoy la participación de la mujer en la vida profesional y económica es otra, dudo mucho que las dinámicas de pareja se hayan transformado para bien si nos atenemos a lo que la música popular nos cuenta hoy.