Durante el cacho de Era Espacial que me tocó vivir de chaval, en la primera mitad de los 80, ya habían pasado los logros tecnológicos de las décadas de los 50 y 60 que abrían un panorama esperanzador para la humanidad después de la guerra.
La tecnología de la Era Espacial pintaba bien... ¡en los 50! |
El Día Después (1983) nos puso nerviosos a todos. |
Sólo hay que calcular el impacto emocional del desastre del trasbordardor Challenger en enero de 1986, que significaba que si acaso teníamos la idea de colonizar alguna roca espacial en el futuro, no iba a ser nada, pero nada fácil.
El Challenger explota a 73 segundos de su lanzamiento. |
Porque vaya que sobraban motivos para buscar alternativas al planeta Tierra. Apenas dos meses después de la tragedia del Challenger, la explosión de un reactor nuclear en Chernóbil, una ciudad de Ucrania, en aquel entonces parte de la URSS, provocó la propagación de materiales tóxicos y radiactivos causando una alarma internacional y muchas imágenes desoladoras.
Chernóbil es una ciudad fantasma en donde es 1986 eternamente. |
Así pues, la Era Espacial permeó, con sus triunfos y fracasos, en las expresiones artísticas, incluida la música, de ahí que hoy me de la gana de hablar del space rock.
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Para hablar de space rock se debe tener un conocimiento de la historia de la música rock y su evolución a través de los años, algo que quizá pocos como el gran Jaime Almeida podrían hacer. Pero como sólo soy consumidor de música, esta vez les ofrezco mi interpretación chafa de este género del que apenas me entero de su existencia pero que en realidad estuvo siempre presente en los medios, y por lo tanto, en nuestro imaginario.
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Dicen los que sí saben de esto que el space rock surge en los años 60 desprendiéndose del psicodélico y el progresivo, haciendo su marca distintiva canciones con una duración más extendida, las pocas percusiones, el uso del sintetizador, un estilo vocal muy relajado y sin gran alarde, y por supuesto, la temática del espacio y la ciencia ficción.
Sintetizador enviado a la tierra por alienígenas del planeta Melmac. |
¡Qué loooooco! |
Mientras que Bowie simplemente toma uno de los temas que cierran la experiencia de los 60 para experimentar con sus posibilidades, otros músicos hacen del space rock su género insignia, siendo la banda Hawkwind uno de los exponentes más reconocidos.
Hawkwind y su arte espacial.> |
Boston eran progresivos, pero no escaparon al encanto de arte sci-fi. |
En Silver Machine (1972), por ejemplo, Hawkwind utiliza sintetizadores para evocar el despegue de una nave espacial y su letra es una invitación a viajar (igual tenían en mente otro tipo de “viajes”) por el espacio en una máquina color plata (dicen que una bicicleta). Como se ve, el tono es escapista y contrasta con la tragedia del Major Tom de Bowie.
Y luego en 1983 se estrenaba Major Tom, del alemán Peter Schilling, cuya letra retoma la historia del personaje creado por Bowie.
Si bien para entonces la letra no me decía exactamente nada, la música y el ritmo me resultaron muy gratos además de la persistencia de esos sonidos, cortesía del sintetizador, que por alguna razón terminaron siendo una representación melódica de toda la era espacial desde entonces. Major Tom pesca nuevamente la tragedia como parte de la experiencia de ese momento en la Era Espacial.
Aunque la única tragedia en el espacio parece ser la de Laika. |
En 1986 la banda Europe lanza su mayor éxito The Final Countdown, que nuevamente nos remite a Space Oddity, pues según la propia banda, este tema está inspirado en el clásico de Bowie. The Final Countdown es otro gran tema que escuché mucho en los 80, y que antes de conocer el video oficial, me lo imaginaba más épico. Porque la letra transmite un sensación de más urgencia (¡es el conteo final, nomás!) por escapar de un planeta que parecía condenado a ‘chupar faros’.
Greñudos en el espacio. |
Una de las canciones con tema espacial que más disfruto es Rocketman (1972), de Elton John, y para no variar, resulta ser un tributo más a Space Oddity (y a Ray Bradbury). Rocketman es una pieza de space rock cuya suavidad transite una sensación distinta, más nostálgica. Esto es de esperarse puesto que en esta continuación de la historia de Major Tom, el héroe trágico vive en el espacio (en Marte, para más señas) añorando la compañía de su esposa. Extrañamente no recuerdo esta canción setentera en mis 80s, pero la ubico muy bien en un casete de una colección de clásicos del rock que se vendía en los puestos de revista en los 90.
Estas canciones de space rock que son parte de mi colección le deben todo al Major Tom de Bowie, y resulta irónico aceptar que también debo por ello una mensión honorífica a un músico que me parece más bien sobrevalorado, aunque como dije antes, ¡qué sé yo de música!
Con esto concluyo mi contribución de esta ocasión, pero no sin presentar nuestro aporte nacional de la Era Espacial a cargo del gran Juan García Esquivel: el queridísimo Popotito 22 (1979).