domingo, 26 de abril de 2020

1980s-1990s: Las caricaturas al servicio de la comunidad

Es un hecho que cada generación recuerda como únicos e irrepetibles ciertos elementos de la cultura pop que le tocó vivir. Esta vez rescato del olvido esos breves segundos que las caricaturas de los 80 se tomaban para fomentar en nuestra mentes esponjosas un poco de valores y conocimiento.
 
En Sport Billy, una caricatura Europea que llegó a América entre 1982 y 1983, el tema siempre era el espíritu deportivo, pero casi estoy seguro que la historia del día terminaba abordando algún tema valoral a partir de la aventura correspondiente. Quizá esta caricatura haya iniciado esta modalidad, y quizá también haya sido la política de Filmation Associates (confirmado, sí era su política), pues muchas de las caricaturas que recuerdo con este agregado tan relevante eran de esa productora. 


Por ejemplo, en la caricatura El Llanero Solitario (The Lone Ranger, 1980), también de Filmation, recuerdo haber escuchado sobre la ruta del explorador Francisco Vázquez de Coronado, justo en esa mini cápsula al final de un capítulo. Como ven, la caricatura hizo su trabajo y por lo menos recordé el nombre. A falta de ese clip, les comparto lo poco que se puede encontrar en la red.


Y les cuento otra de vaqueros. Filmation produjo El Vaquero Galáctico (BraveStarr, 1987-1988), un western futurista en donde, al final de cada capítulo, el protagonista te miraba a los ojos y te decía: ‘Ya no robes, mano’, además de darte otros buenos consejos.


BraveStarr fue el inicio de la carrera de Lupe Esparza.
Pero no podía faltar quizá la obra más destacada de Filmation, He-Man y los Amos del Universo (He-Man and the Masters of the Universe, 1983-1985). Al igual que en BraveStarr, la cápsula final era dirigida a la formación de valores positivos. 


Y como ya desde entonces existía la equidad de género, estos consejos llegaron también por parte de la hermana gemela de He-Man, She-Ra en su propia serie (She-Ra: Princess of Power, 1985). Aquí el consejo te lo daba un animalillo parlanchín que además te retaba a encontrarlo escondido en algún fondo durante cada capítulo. Otro producto de Filmation.


Claro que las producciones de Filmation no eran las únicas que aportaban algo más que entretenimiento a los chamacos ochenteros. Durante alguna de varias repeticiones de los  Halcones Galácticos (SilverHawks, 1986) de producciones Rankin/Bass, yo no me perdía nunca la parte final de cada capítulo, en donde Vaquero (como ven, los vaqueros aún eran tema) retaba al Niño de Cobre a responder una trivia sobre el cosmos y sus destacados habitantes.


El ánime de la época estaba dominado por las adaptaciones de obras literarias que siempre tenían en su contenido un buen mensaje. Pero recuerdo con claridad uno que, al igual que las caricaturas de esta entrada, dejaba un buen consejo al final del capítulo. Lalabell, la niña mágica (Mahō Shōjo Raraberu, 1980-1981) también reservaba sus últimos segundos para reflexionar y escribir en su diario sobre una moraleja o proverbio que durante el desarrollo de cada capítulo soltaba el abuelo Tachibana. A mí me quedo en la memoria el recuerdo del conocido dicho “La unión hace la fuerza” que vi en este capítulo.


El grado mayor de involucramiento de las productoras de caricaturas en el servicio a la comunidad, fue el programa especial Dibujos animados al rescate (Cartoon All-Stars to the Rescue, 1990) que daba banderazo de salida a la década. Recuerdo que lo habían anunciado mucho y que me emocionaba la idea de ver a muchos personajes de las caricaturas del momento en la misma historia. El motivo de tal evento era parte de una campaña contra el uso de drogas, y ese especial animado fue financiado particularmente por McDonald’s (quién lo dijera). 


La realidad es que fue desilusionante ver a esos personajes representados con muy baja calidad; muy por debajo de sus representaciones originales y con voces totalmente diferentes. Quizá por eso ya no recordaba ni el propósito ni la historia. Aquí el programa completo.


Y justamente a inicios de los 90, Los Simpsons cubrieron consistentemente temas de valores. Las temporadas de la uno a la tres, entre 1989 y 1992 (las mejores de toda su historia, a mi parecer), estuvieron cargadas de conflictos desarrollados con un excelente humor que derivaban en una moraleja, las mayoría de las veces presentada de manera muy sutil. El único momento en que se tomaron un instante al final del capítulo para dar una reflexión directa al auditorio (al estilo de Filmation) es en el episodio Bart, el general, de la primera temporada.



Es claro que durante nuestros 80s y 90s las caricaturas en TV también servían para fomentar abiertamente valores positivos y hábitos saludables, aunque sólo fuera durante algunos segundos. Quizá haya algo de verdad en eso de que tiempos pasados eran mejores.

domingo, 19 de abril de 2020

1980s-1990s: Chucherías de triciclo


Uno de los recuerdos marcados de muchos de nosotros, la generación de los 80 y 90, eran los triciclos de mercancia que nos esperaban al salir de la primaria. Entre raspados, palomitas, chicharrones, discos y jeans, yo siempre buscaba los puestos de juguetitos y otras chucherías que destacaban por su colorido y surtido.
¡Los de rompope rebajado eran lo mejor!
Algunos de los objetos más simples eran hojas para colorear, trazos en tinta negra sobre una hoja blanca de personajes de caricaturas del momento o diseños originales. Había muñecas recortables de papel con ropa intercambiable.
Muñecas recortables a la moda... ¡de los 70!
Muchas estampas. Algunas que recuerdo para llenar planillas y eran de muy mala calidad. Otras eran de álbumes del momento como el de Mazinger Z o de los Thundercats. Y no faltaban las estampas adheribles o calcomanías para adornar libretas, libros y hasta la pantalla de tu televisor… digo.
A esta le falta la imposible.

 
Este álbum no faltaba en ninguna casa.
 
Y calcomanías algo impresentables, pero no éramos tan exigentes.
Las de tonos neón, mis favoritas.
Los juguetes armables eran siempre muy llamativos. Habré comprado varios de esos sobresitos con figuras de animales, de personas, personajes, e incluso coches. La calidad fue muy buena durante muchos años. 
Este era parte de un desfile completo de animales.
Estos eran artículados, aunque altamente rompibles.
La variedad era enorme.
Ya quizá entrando a la secundaría recuerdo esas cintas o hilos de hule que vendían para tejer pulseras. Recuerdo un tejido que quedaba en forma de cuadro, pero el nombre que más me salta es el de tejido de panza de víbora.
Atavismo manifestado en la era del plástico.
Y un juguetillo que compré y recompré varias veces fue ese curioso rompecabezas de números que no dejaba de llamarme la atención.
En la parte trasera tenía varios combinaciones a lograr.
Muchos de esos objetos apelaban más a otro tipo de inquietud de acuerdo al tipo de chamaco que eras. Por ejemplo, los aviones de cartón que se decía tenían muy buena duración de vuelo. El soldado paracaidista, al que nunca pude hacer flotar como me lo imaginaba en la cabeza. O los papalotes, que cada vez se ven menos. De ellos ya hablaré después.
¡A que les suenan!
 
¿Alguien vio planear a alguno de estos?
Por temporadas se ponían de modo los clásicos trompos y yoyos, y no faltaba el surtido de canicas ni de pelotas de esponja.
Para jugar a quemados... ¡a pelotazos!
Y había algunas rarezas, como una especie de estrella de plástico de muchos picos atravesada por un cordón. Tomabas el cordón en cada extremo, y lo trenzabas girando ambos extremos y después lo estirabas para que la estrella girara como una especie de sierra al desenredarse con velocidad el cordón. ¿Alguien la recuerda?
Retrato hablado...
En fin, que había infinidad de cosas que no caben en una entrada. Quizá es hora de sacar una cita al Museo del Juguete para ver cómo pueden ayudarnos a recordar un poco esas maravillas lúdicas de los 80s y 90s que nos esperaban en triciclos afuera de las escuelas.

O quizá los 80 todavía no forman parte de la historia antigua.