domingo, 19 de abril de 2020

1980s-1990s: Chucherías de triciclo


Uno de los recuerdos marcados de muchos de nosotros, la generación de los 80 y 90, eran los triciclos de mercancia que nos esperaban al salir de la primaria. Entre raspados, palomitas, chicharrones, discos y jeans, yo siempre buscaba los puestos de juguetitos y otras chucherías que destacaban por su colorido y surtido.
¡Los de rompope rebajado eran lo mejor!
Algunos de los objetos más simples eran hojas para colorear, trazos en tinta negra sobre una hoja blanca de personajes de caricaturas del momento o diseños originales. Había muñecas recortables de papel con ropa intercambiable.
Muñecas recortables a la moda... ¡de los 70!
Muchas estampas. Algunas que recuerdo para llenar planillas y eran de muy mala calidad. Otras eran de álbumes del momento como el de Mazinger Z o de los Thundercats. Y no faltaban las estampas adheribles o calcomanías para adornar libretas, libros y hasta la pantalla de tu televisor… digo.
A esta le falta la imposible.

 
Este álbum no faltaba en ninguna casa.
 
Y calcomanías algo impresentables, pero no éramos tan exigentes.
Las de tonos neón, mis favoritas.
Los juguetes armables eran siempre muy llamativos. Habré comprado varios de esos sobresitos con figuras de animales, de personas, personajes, e incluso coches. La calidad fue muy buena durante muchos años. 
Este era parte de un desfile completo de animales.
Estos eran artículados, aunque altamente rompibles.
La variedad era enorme.
Ya quizá entrando a la secundaría recuerdo esas cintas o hilos de hule que vendían para tejer pulseras. Recuerdo un tejido que quedaba en forma de cuadro, pero el nombre que más me salta es el de tejido de panza de víbora.
Atavismo manifestado en la era del plástico.
Y un juguetillo que compré y recompré varias veces fue ese curioso rompecabezas de números que no dejaba de llamarme la atención.
En la parte trasera tenía varios combinaciones a lograr.
Muchos de esos objetos apelaban más a otro tipo de inquietud de acuerdo al tipo de chamaco que eras. Por ejemplo, los aviones de cartón que se decía tenían muy buena duración de vuelo. El soldado paracaidista, al que nunca pude hacer flotar como me lo imaginaba en la cabeza. O los papalotes, que cada vez se ven menos. De ellos ya hablaré después.
¡A que les suenan!
 
¿Alguien vio planear a alguno de estos?
Por temporadas se ponían de modo los clásicos trompos y yoyos, y no faltaba el surtido de canicas ni de pelotas de esponja.
Para jugar a quemados... ¡a pelotazos!
Y había algunas rarezas, como una especie de estrella de plástico de muchos picos atravesada por un cordón. Tomabas el cordón en cada extremo, y lo trenzabas girando ambos extremos y después lo estirabas para que la estrella girara como una especie de sierra al desenredarse con velocidad el cordón. ¿Alguien la recuerda?
Retrato hablado...
En fin, que había infinidad de cosas que no caben en una entrada. Quizá es hora de sacar una cita al Museo del Juguete para ver cómo pueden ayudarnos a recordar un poco esas maravillas lúdicas de los 80s y 90s que nos esperaban en triciclos afuera de las escuelas.

O quizá los 80 todavía no forman parte de la historia antigua.

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