sábado, 19 de junio de 2021

1990s: El anime de Yoshiaki Kawajiri: Tres obras de arte

El mundo del anime está lleno de nombres tan representativos como los de Katsushiro Otomo, Hayao Miyazaki y Satoshi Kon. Entre tantas vacas sagradas del género.


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Sin embargo, es el trabajo Yoshiaki Kawajiri el que más me impactó durante los noventa con continuación en la transición hacía el siglo 21.

 

Aquí las tres obras de Kawajiri que todo fan del anime debe conocer; ¡qué caray! de seguro se las saben de memoria.

Ninja Scroll (Jūbē Ninpūchō, 1993)
 

Este fue un VHS de las decenas que me habrá prestado el Chacal (un viejo conocido de este blog), allá por el 95 o 96. ¡Y vaya carta de presentación!


Ninja Scroll es todo aquello que esperaba ver en un anime de Samurai Shodown, que para entonces nos tenía tan entusiasmados, pues cada personaje podría haberse adaptado perfectamente en un video juego de esa saga.

Dokuan debe haber inspirado...

 

a Nicotine Caffeine, de SSII

Y este jorobado...

 
le da un aire a este otro

La historia está situada en el Japón medieval que sirve de contexto para esta versión del monomito: El ninja rebelde Jubei se ve forzado a participar en una misión de asesinato para incidir en contra de un bando político. En su camino se encuentra aliados y enemigos formidables, antes de enfrentar a un poderoso guerrero. A ratos, esta historia me recordaba a la de Kamui, el ninja desertor, que fue transmitida durante muy poco tiempo por Canal 7 y que resultaba extrañamente violenta para estar en televisión a mediados de los 90.



La animación abre con un par de escenas de acción que te engullen de inmediato, y si bien, hay momentos de exposición algo tediosos, éstas no diluyen el efecto. La animación es excelente y las peleas son tan dinámicas que ameritan repeticiones continuas. Eso sí, hay mucha violencia muy gráfica y una que otra escena no apta para menores, aunque no sea nada a lo que no esté ya acostumbrada esta generación. Conclusión: ¡Véala, jefe!


Vampire Hunter D: Bloodlust (Banpaia Hantā Dī: Buraddorasuto, 2000)
 

Siete años después, y ya en otro siglo, Kawajiri se apunta otra chulada de obra con Vampire Hunter D: Bloodlust, que habré visto en DVD allá por el 2002, nuevamente gracias al Chacal.

 
Esta vez el héroe esta encarnado por un dhampiro (mitad vampiro mitad humano), lo que encajaba al dedillo con el gusto que ya habría desarrollado por el Alucard, de Symphony of the Night


Este vampirito vive penando de un lugar a otro, haciendo chambitas de mercenario, cuando se mete de lleno en una misión de la que sólo sale avante  gracias a un par de elementos muy interesantes: una mercenaria humana y su propia mano izquierda, la cual está habitada por un simbionte muy bocón.


Nuevamente la animación destaca magistralmente y la acción es épica; y claro, todo esto acompañado de su respectiva violencia, que a mi juicio es un poco más ligera que en Ninja Scroll. Conclusión: ¡En cartelera! ¡No se la pierda!

Program (The Animatrix, 2003)
 
La única de las tres obras que no tuve que esperar para ver, y que no me compartió el Chacal. Esta joyita es una de las nueve historias que componen la antología The Animatrix, que es una expansión del universo de las saga The Matrix.
 

Desde el momento en que inicia este corto de siete minutos se identifica la mano de Kawajiri, comenzando por el estilo de dibujo con personajes de rostros alargados, los entornos sombríos y, nuevamente, el tema del Japón medieval.
 
 
Si bien, este corto no es el más logrado, visualmente hablando, de los nueve que componen The Animatrix, sí resulta ser un agasajo para el espectador. Fue una excelente decisión de las hermanas Wachowski el haber incorporado el arte anime en la expansión de su universo. Conclusión: ¡Enchúfese a la Matrix y échele un ojo!
 

Con esto cierro esta entrada un poco tramposa en donde no hay forma de no tocar la década del 2000 por culpa de la de los 90.